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Las niñas también juegan

Ana Cruz Manjarrez

¿Recuerdas la primera vez que anotaste un gol en la cascarita de la cuadra?, ¿la primera vez que te subiste a la bici sin rueditas y te sentiste imparable?, ¿o qué tal la vez que corriste tan rápido para vencer a tu compañero en el patio de la escuela? La respiración acelerada, el músculo que quema, el asombro ante la respuesta de tu cuerpo a la máxima exigencia y la sonrisa de satisfacción en la victoria.

¿Cuándo perdiste la emoción?, ¿qué te hizo desistir? En México, la información sobre la deserción de niños y niñas de la actividad física y deportiva es escasa. Sin embargo, gracias a los datos más recientes del INEGI, sabemos que el 65.6% de las mujeres mayores de 18 años en el país no realiza actividades físico-deportivas.

Mientras en los primeros años de vida, el deporte supone el descubrimiento de inmensas posibilidades, la libertad de moverse y la alegría de asociarse, con el paso de los años se convierte, para muchas niñas y adolescentes, en una opresión que marca distancia con su propio cuerpo.

De mis años de secundaria recuerdo a las niñas que jugaban en shorts y las llamaban “valientes” o las miraban entre susurros, a las niñas que jugaban con sudadera pese a las altas temperaturas a la hora de la clase, a las que sentían pena de correr con las camisetas pegadas. El juicio a la forma de nuestros cuerpos era una constante. El miedo a ser vistas mientras disfrutamos de los espacios que muy pocas veces sentimos nuestros.

En Somos Versus observamos, investigamos y estamos convencidas de que los medios de comunicación juegan un papel importante en el refuerzo de los estereotipos que excluyen a las mujeres. Hemos escuchado a las futbolistas de la Liga MX quejarse de la selección de las fotografías que ilustran sus hazañas deportivas, de ignorar el rendimiento deportivo por privilegiar la imagen.

La gimnasta Alexa Moreno fue juzgada por su físico, su desempeño histórico en la disciplina fue desestimado frente a las burlas. Ella logró fortalecerse en la adversidad y hoy está en camino a los Juegos Olímpicos, ¿pero te has preguntado si el acoso que vivió hizo a otras niñas y mujeres desistir de la práctica?

Hace unos años, entrevisté a un comentarista deportivo que argumentó que las tenistas no debían ganar lo mismo que los tenistas porque la forma y el aparente peso de sus cuerpos fallaba en reflejar el esfuerzo por superarse. Como si todas debieran verse iguales a María Sharapova, quien cumple con el ideal de belleza socialmente aceptado, para ser dignas de altos ingresos. Serena Williams ha sido atacada desde joven por ser “demasiado masculina”, señalamientos que la hicieron sentir incómoda durante buena parte de su vida. Todo, mientras sumaba títulos de Grand Slam que ahora la hacen la más ganadora de la historia y mientras perfeccionaba un saque brutal de 200 km/h.

Un par de experiencias que exhiben la necesidad de las mujeres por tomar el control de lo que es nuestro: la relación con el cuerpo, el disfrute de sus posibilidades y los espacios, tanto en los terrenos de práctica como en los medios, el goce de los beneficios en la salud física, mental y emocional.

Esta semana celebramos a la niñez y tenemos que hacerles saber, especialmente a las niñas, que el deporte es divertido, que el sudor y el pelo despeinado están bien, que su cuerpo no está para complacer la mirada de nadie, que no hay medidas perfectas. Somos tan fuertes como diversas.